En esta ocasión
quise partir citando el título de ésta película en donde una joven e inocente Natalie
Portman se enfrenta al mundo con toda su hostilidad, sin embargo ella es una
muchacha fuerte y pura de corazón: es una persona que ama y tal como nos dijo
Osho, quienes aman naturalmente atraen amor. Es de esta manera que esta joven
comienza a descubrir el lado más amable del mundo y a las buenas personas que
lo habitan, conociendo buenos amigos y llegando a ser una mujer con una vida no
perfecta, pero sí real y feliz.
Anteriormente hemos
hablado del amor y de la buena convivencia y terminamos acordando que aun queda
mucho por construir y mejorar; somos una cultura que no sabe amar, y en
consecuencia no sabe convivir con sus compañeros, amigos, familiares o con
cualquier grupo en el que se le inserte.
El amor parece haber huido de la faz de la tierra llevándose consigo todos aquellos valores que subyacen tras él, y dejando en su lugar la banal idolatría. Hoy en día vemos cómo la gente se preocupa más por adorar el dinero, el éxito comercial, el poder e incluso de envidiar la riqueza ajena en lugar de preocuparse por ser mejores, por crecer intelectual y afectivamente en los caminos que dicta el amor.
En estos días tuve
la oportunidad de ver en televisión cómo dos hermanos mantenían encerrada en un
ático a su anciana madre en condiciones que la conocida “Doctora Polo” definió
categóricamente como “secuestro”, la razón de todo esto: poder cobrar la
pensión de la anciana. ¿Cómo es posible que la propia prole sea capaz de
encerrar a su progenitora por dinero?… quizás sea culpa del ambiente, quizás
esta mujer no supo enseñar a sus hijos a amar, lo que queda claro es que estos
hombres no sabían amar.
Sin embargo incluso en este escenario tan desolador hay esperanza: fue la nuera de esta mujer quien apenas supo del trato infrahumano del que era víctima su suegra aclamó por justicia y aceptó hacerse responsable de la anciana a pesar de no tener ninguna responsabilidad legal para con ella…. Ya pueden verlo, incluso del lugar más inesperado puede venir la ayuda, en donde menos se espera se puede encontrar a alguien que ame de corazón y nos diga que hay esperanza, que es posible aprender a amar, que se puede llegar a ser un buen compañero o amigo, sólo hace falta concentrarse en lo bueno, ya que este es el camino del amor y el único hacia la felicidad.
Sin embargo incluso en este escenario tan desolador hay esperanza: fue la nuera de esta mujer quien apenas supo del trato infrahumano del que era víctima su suegra aclamó por justicia y aceptó hacerse responsable de la anciana a pesar de no tener ninguna responsabilidad legal para con ella…. Ya pueden verlo, incluso del lugar más inesperado puede venir la ayuda, en donde menos se espera se puede encontrar a alguien que ame de corazón y nos diga que hay esperanza, que es posible aprender a amar, que se puede llegar a ser un buen compañero o amigo, sólo hace falta concentrarse en lo bueno, ya que este es el camino del amor y el único hacia la felicidad.
En la convivencia
escolar ocurre lo mismo, a veces quienes consideramos más lejanos pueden
sorprendernos con un bonito gesto que llega a dejarnos atónitos por lo
sorpresivo de la situación, pero lo importante es seguir construyendo esas
instancias, fomentar los lazos con quienes debemos convivir y luchar para que
cada día sea más grato llamarnos compañeros, pero recordando que ese primer
grano de arena debe venir de uno aunque haya que partir por autoinspeccionarse y
cambiar algunas cosas de nosotros, debemos tener claro que la recompensa lo
vale.
Hoy comencé
hablando a partir de una película en que la protagonista dijo: “Todo puede
cambiar con cada suspiro que damos”, humildemente quisiera agregar que depende
de nosotros dar ese suspiro enérgico y revitalizante que nos lleve a cambiar
las cosas para mejor. Sabemos que lo más difícil del mundo es superar la maldita
inercia, pero debemos tener las fuerzas para conseguir que la bondad fluya,
nosotros podemos hacer de este mundo, nuestro mundo un lugar mejor y la clave
es simple: amar. Cuando nos amemos a nosotros mismos, a los demás y a cada cosa
que existe no necesitaremos el cielo, porque estaremos viviendo en él; con el
amor desaparece la maldad, la convivencia es amena y puede ser disfrutada por
todos, surge la amistad verdadera y la alegría es completamente gratificante. Vamos
a dejar atrás nuestro orgullo y nuestras cadenas, aferrémonos a lo que
realmente importa, recobremos fuerzas y pongámonos a crecer para amar.
Eduardo Vicuña
Viera.
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